Por: Vicente Mendizábal, Director Ejecutivo de Personas y Servicios Corporativos en Banco Sabadell
El 2020 ha movido el mundo en todos los aspectos y nos ha hecho volver a replantearnos acciones desde el aspecto personal hasta el profesional, demostrando que lo único constante es el cambio, y que para abordarlo de la mejor manera es necesario anticiparnos y ocuparnos para ir un paso adelante mano a mano de la innovación.
Hoy, la innovación se perfila como uno de los activos más valorados, pues es un parámetro para mantenerse relevante. Creo que no hay mejor ejemplo como el que vivimos actualmente, donde derivado de la pandemia muchas empresas han tenido que dar un giro de 180 grados a sus canales de venta, de atención al cliente o aliarse con partners estratégicos para no interrumpir su actividad y seguir brindando servicios de calidad; lo que ha retado y transformado la forma en la que pensábamos que era mejor hacer las cosas.
Pero, ¿qué es realmente la innovación y cómo podemos aplicarla? Sé que puede sonar como un término bastante ambiguo y que lleva ya un tiempo de moda, incluso se puede pensar que solo con incorporarlo a nuestro vocabulario ya lo estamos aplicando; una creencia muy común es confundir la innovación con herramientas de alta tecnología, pensando que por tener esas herramientas ya tenemos una solución sostenible. Por ello, es importante que definamos bien de qué se trata para después poder aplicarlo de forma personal para que como consecuencia positiva, sea aplicable en nuestra compañía.
En términos teóricos, la innovación trata de aquellos procesos que introducen novedades y que modifican elementos ya existentes con el fin de mejorarlos, o tal sea el caso implementan elementos totalmente nuevos. Pero para mí, la innovación es hacer algo y capturar valor sin importar de donde venga, que no es reinventar algo desde cero, si no hacer algo distinto, un pequeño cambio que genere un gran impacto. Pero ¿cómo hacemos para llevar esta definición a la práctica y realmente convertirnos en personas y por ende en empresas innovadoras?
Para empezar, es importante considerar la innovación no solo como el fin, sino como todo el proceso, haciéndola parte de la cultura de las personas que conforman la organización. Esta será la clave para un crecimiento en conjunto tanto de colaboradores, líderes, equipos y por consiguiente de la compañía en su totalidad.
Uno de los elementos sustanciales radica en: el liderazgo, pues si bien los vertiginosos cambios a los que nos hemos enfrentado en los últimos meses nos hacen querer enfocarnos únicamente en los avances tecnológicos, la realidad es que para lograr una cultura de innovación será importante regresar a los básicos, ¿cuáles? a una estrategia basada en la gestión del talento aprendiendo, desaprendiendo y adquiriendo nuevas skills para el momento actual y venidero, conocido como “reskilling”, un concepto fundamental en el contexto actual para evolucionar en todos los niveles. Esto permitirá desarrollar una cultura sustentada en valores que crea en la innovación, que adopte el cambio con normalidad y gestione el entorno VUCA sin complicaciones.
Otra de las formas efectivas para impulsar la innovación se centra en estimular la diversidad, y me refiero en todos los aspectos: género, edad, identidad, experiencia y especialización; cuando hablamos de diversidad, es importante tener claro que esta debe evolucionar a la inclusión, de lo contrario este concepto por si solo no hace nada. Y es aquí es donde entra la gran frase: “diversidad es que te inviten a una fiesta. Inclusión es que te saquen a bailar”.
Contar con equipos de trabajo híbridos sin duda enriquecerá la dinámica al interior de la compañía, pues permite abordar distintas problemáticas o situaciones desde diferentes frentes. El accionar de esta forma permite encontrar soluciones mucho más completas al mismo tiempo que los integrantes de los equipos descubren rutas de solución distintas a las que pensaron originalmente, forjando así un pensamiento crítico y lateral más sólido y completo.
Por último, es importante mantener en la mira la actualización y conocimiento constante, pues a partir de esta práctica será mucho más sencillo estar atento y actualizado sobre las tendencias económicas, políticas y sociales para prever y accionar anticipadamente.
Así, con la mirada puesta en la recuperación, caminando en una “nueva normalidad” que sin duda nos enfrentará a retos permanentes, vemos que es necesario adaptar esquemas personales y de trabajo para transitar hacia una cultura orientada a la disrupción que nos permita crecer y fortalecernos para adaptarnos a cualquier entorno que se pueda presentar.
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